Estas jeringuillas retienen hasta 1.000 veces menos
cantidad de VIH y, según un modelo matemático, conseguirían una
reducción drástica en las tasas de transmisión de este virus
Miguel Vázquez - 04/02/2013
Las jeringuillas que tienen un menor "volumen muerto" retienen menos
cantidad de sangre que puede contener virus de la hepatitis C (VHC)
o VIH. Por tanto, el cambiar a este tipo de jeringuillas podría
reducir la transmisión de estas infecciones entre usuarios de drogas
inyectables (UDI), según un artículo publicado en la edición de enero de
2013 de International Journal of Drug Policy. Por "volumen
muerto" se entiende el que queda en la jeringuilla una vez apretado el
émbolo por completo, y en el que pueden quedar restos de sangre u otros
fluidos.
Un equipo de investigadores de RTI Internacional y el Instituto
Futures propone que el cambio del tipo de jeringuillas disponibles en
aquellas zonas donde la epidemia local de VIH se debe, en gran medida, a
conductas de riesgo relacionadas con la inyección de drogas, podría
reducir e incluso detener la transmisión entre la población de UDI.
La clave puede residir en la diferencia entre las jeringuillas con
gran volumen muerto y las de poco volumen muerto. Mientras que las
primeras tienen agujas desechables y retienen unos 84 µL de líquido con
el émbolo apretado, las de bajo volumen muerto, por lo general, cuentan
con agujas que están unidas de forma permanente y solo retienen un
promedio de 2 µl (véase imagen adjunta).
De este modo, una persona que comparta una jeringuilla con un
elevado espacio muerto es más probable que se vea expuesta a virus que
si se hubiera compartido una con poco volumen muerto.
En experimentos realizados en el laboratorio para simular el proceso de aspirar sangre en la jeringuilla y aclararla con agua, los dispositivos con elevado volumen muerto retuvieron 1.000 veces más VIH que las de bajo espacio muerto.
Experimentos similares con jeringuillas con poco volumen muerto
también evidenciaron que hubo menos probabilidad de transmitir el
virus. Los estudios mostraron que el VHC solo pudo vivir durante un día en una jeringuilla con poco volumen muerto, frente a los 60 días en la jeringuilla con elevado volumen muerto.
Empleando un modelo matemático, los autores comprobaron que el
reemplazar las jeringuillas con elevado volumen muerto por otras con
menor volumen muerto en países donde la propagación de la epidemia se
debe en gran medida a las prácticas inseguras de inyección (como China,
Indonesia, Rusia o Ucrania) conseguiría importantes reducciones en la
transmisión del VIH, con un resultado previsible en la reducción de las
transmisiones a casi cero en un plazo de ocho años.
Un sondeo efectuado para determinar las actuales tasas de
transmisión del VIH en ciudades con unas tasas elevadas de consumo de
drogas inyectables parece respaldar esta afirmación. En países donde se
usan principalmente jeringuillas con elevado volumen muerto, la prevalencia
de VIH fue baja en la población de UDI de 18 ciudades o áreas,
moderada en 15 y elevada en 25. En las ciudades o áreas donde fueron
más habituales las jeringuillas con menor volumen muerto, la prevalencia de VIH fue baja en ocho de esas zonas y elevada solo en una de ellas.
El autor principal del estudio, William Zule, afirmó que aunque es
preciso realizar más estudios, esta intervención debería implementarse y
evaluarse lo antes posible, y añadió que el cambio de jeringuillas de
alto volumen muerto por otras de bajo volumen debería considerarse como
un componente adicional de los paquetes integrales de prevención del
VIH.
En este sentido, los autores ponen de relieve la necesidad de
disponer de estudios de fiabilidad y ensayos de distribución aleatoria
con control, así como realizar valoraciones rápidas a las personas que
consumen drogas inyectables para detectar posibles barreras a este
cambio.
Siendo una iniciativa de bajo coste, la principal preocupación es la
dificultad para hacer llegar la información a los usuarios de drogas
inyectables, proveedores de atención sanitaria y farmacéuticos sobre
los motivos para efectuar esta intervención. Otra posible
barrera para su implementación generalizada es que la mayoría de las
jeringuillas con poco volumen muerto tienen el cuerpo más corto y la
aguja está fijada de forma permanente. Esto podría no ser
adecuado si se consumen drogas que deben disolverse en un gran volumen
de líquido. Además, a menudo los usuarios de drogas pueden preferir
agujas desprendibles, que puedan reemplazarse en caso de que se
atasquen. En la actualidad, solo existe un único fabricante de
jeringuillas con poco espacio muerto y agujas intercambiables, y su
precio es relativamente elevado.
A pesar de estos posibles obstáculos, los activistas en este ámbito han recibido bien los hallazgos de este estudio, y consideran que estos datos justifican que se revisen las políticas de los programas de acceso a jeringuillas.
Según estas personas, el cambio a estas jeringuillas con poco volumen
podría, a nivel mundial, no solo reducir el número de infecciones por
VIH, sino también las de VHC, entre la población de usuarios de drogas
inyectables.
Fuente: Aidsmap.
Referencia:
Zule WA, Cross HE, Stover J, and Pretorius C. Are major reductions in
new HIV infections possible with people who inject drugs? The case for
low dead-space syringes in highly affected countries, International
Journal of Drug Policy 24(1):1-7.January 2013.
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